Es el ka egipcio, el eidon griego, el nefesh cabalístico, el nafs de barzakh sufí, el thand taoísta, el lingasharra hindú, el bardo tibetano, el vardogr noruego, el fetch anglosajón, el talasch escocés, el doppelgänger alemán... Los modernos ocultistas lo han denominado cuerpo astral o sidéreo, debido probablemente a su naturaleza luminosa, una idea que encontramos ya en Platón, Aristóteles y los filósofos herméticos.
Para todos ellos forma parte de la anatomía sutil del hombre, compuesta por otros cuerpos habitualmente imperceptibles y capaces de actuar en los distintos planos o niveles de existencia. Lo conciben como una réplica del cuerpo físico, pero compuesta de una materia más sutil, con una apariencia resplandeciente y luminosa. Habitualmente imperceptible a los sentidos físicos, es la sede de los deseos y las pasiones, del placer y del sufrimiento. Se le supone capaz de separarse de su envoltorio físico y de viajar sin limitaciones a través del llamado plano astral, que incluye el mundo cotidiano pero también otras realidades no visibles.
Tras estudiar las creencias de 70 culturas no-occidentales, el profesor Dean Sheils, de la Universidad de Wisconsin, ha encontrado relatos similares a las EEC (experiencias extracorpóreas) en el 95 por ciento de las mismas. En muchas de ellas se cree que los dobles de algunas personas se entregan en ocasiones a misteriosas tareas, especialmente durante el sueño, considerando que resulta peligroso despertar bruscamente a alguien, por miedo a que su doble tenga problemas para reincorporarse a este mundo.
Basándose en las descripciones de numerosos testigos, el doctor Hereward Carrington, uno de los que mejor estudió este fenómeno en los años veinte, supuso que este doble astral estaba compuesto de millones de pequeños focos de energía psíquica encargados de vitalizar cada célula. Y calculó la densidad del mismo en aproximadamente una millonésima parte del cuerpo físico, por lo que flota fácilmente dentro de la atmósfera física cuando es liberado de su atadura. A ello se debería la inmediata elevación del mismo descrita por Miguel Blanco y por tantos otros proyectores.
Exteriorización De La Conciencia
Aunque hay numerosas variantes entre los cientos de casos examinados, existen una serie de características comunes entre la mayoría de los mismos:
Las EEC involuntarias parecen producirse en las más variadas circunstancias, especialmente a raíz de un accidente, operación, enfermedad, shock, crisis, situación-límite o estado de agotamiento, pero también en el curso de las actividades cotidianas, desde los trabajos físicos hasta la conducción de un automóvil, que no dejan de realizar mientras se observan durante algunos segundos desde fuera de su cuerpo. Existen además muchas personas que aseguran practicarlas conscientemente, tras un cierto entrenamiento. Aunque con relativa frecuencia se producen durante estados de somnolencia, los testigos no suelen tener una sensación similar a la de estar soñando, y describen su EEC como algo muy vivido y real.
Cuando, en 1961, el Instituto de Investigación Psicofísica de Oxford solicitó relatos de primera mano sobre EECs a través de la prensa y de la radio, recibió unos 400 testimonios de lo más variado. Celia Green, especialista en física teórica, los ha estudiado, destacando que algunas de sus características difieren notablemente de las observadas en los sueños lúcidos y clasificándolas en dos categorías: parasomáticas, en las que el sujeto se siente ubicado en ese doble luminoso, y las asomáticas, en las que se experimenta a sí mismo como una conciencia completamente desencarnada. Mientras ella encontró que estas últimas son las más frecuentes
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Dime quiero oirte